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sábado, 30 de julio de 2011

LA ROCA



Un hombre dormía en su cabaña cuando de repente una luz ilumino toda la habitación y apareció DiosEl Señor le dijo que tenía un trabajo para él. Y le enseñó una gran roca frente a la cabaña.


Le explicó que debía empujar la piedra con todas sus fuerzas.El hombre hizo lo que el Señor le pidió.
Por muchos años, día a día, desde que salía el sol hasta el ocaso,

El hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas...

Y ésta no se movía.

Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano.


Como el hombre empezó a sentirse frustrado, Satanás decidió entrar en el juego trayendo pensamientos a su mente: "Has estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido" Le dio al hombre la impresión que la tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un fracaso. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento

De frustración y desilusión. Satanás le dijo: "¿Por qué esforzarte todo el día en esta tarea imposible? Sólo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente" El hombre pensó en poner en práctica esto pero antes decidió elevar una oración al Señor y confesarle sus sentimientos: “Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero aún así, no he podido mover la roca ni un milímetro ¿Qué pasa? ¿Por qué he fracasado?

El Señor le respondió con compasión y ternura:"Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tú aceptaste, te dije que tu tarea era empujar contra la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras.

Tu tarea era empujar. Ahora vienes a mí sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero,
¿En realidad fracasaste? Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte, tus manos fortalecidas por la constante presión, tus piernas se han vuelto duras. A pesar de la adversidad has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez. Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era empujar y confiar en mí. Eso lo has conseguido. Ahora, querido hijo, Yo moveré la roca". Algunas veces, cuando escuchamos la palabra del Señor, tratamos de utilizar nuestro intelecto para descifrar su voluntad, cuando en realidad Dios sólo nos pide confianza en Él. Debemos ejercitar nuestra fe que mueve montañas, pero conscientes que es Dios quien al final logra moverlas.

Cuando todo parezca ir mal... ¡SÓLO EMPUJA! Cuando estés agotado por el trabajo... ¡SÓLO EMPUJA! Cuando la gente no se comporte de la manera que te parece que debería... ¡SÓLO EMPUJA! Cuando no tienes más dinero para pagar tus cuentas... ¡SÓLO EMPUJA! Cuando la gente simplemente no te comprende... ¡SÓLO EMPUJA! Cuando te sientas agotado y sin fuerzas... ¡SÓLO EMPUJA!

En los momentos difíciles pide ayuda al Señor y eleva una oración a Jesús para que ilumine tu mente y guíe tus pasos. Entrega tus miedos al Señor y pídele con una oración que Jesús te ayude a encontrar el camino que te conduzca a Él.

jueves, 28 de julio de 2011

LA CONFECION NEGATIVA


Hay un obstáculo muy común para lograr la victoria, es la confesión de nuestras flaquezas. Las personas tienden a confesar las derrotas, esperando así recibir por parte de otros un sentimiento de misericordia. Les gusta mucho oír: “pobrecita…”, “hay que ver como sufre fulanito…”, y cosas así. La verdad es que la confesión de derrotas solo trae derrotas. Naturalmente, amigo lector, usted ya experimento el quejarse por algún dolor ¿no es así? ¿Y qué sucedió enseguida? ¿El dolor paso? ¡No, claro que no! Sino que por el contrario aumento más, ¿no es verdad? El hecho está en que el secreto de la victoria es nuestra confesión de la misma.
Si confesamos nuestras derrotas no estamos nada más y nada menos que alabando las obras de satanas que es el que causa los sufrimientos humanos. Nosotros estaremos diciendo que el realmente tiene el poder y que consigue derrotarnos y que hay que temerle, porque es fuerte. ¡Nada de eso! La Biblia afirma que somos más que vencedores, entonces, no podemos aceptar las derrotas y quedarnos asustados en un rincón como el gato hace con el ratón.